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“García Márquez les diría a los políticos de hoy que fueran humanos”, asegura Gustavo Tatis

05/04/2019 - 1:00 pm

“García Márquez les diría a los políticos que dejen de ser intolerantes, racistas, ortodoxos, xenofóbicos contra todos los pobres de la tierra, y más humanos, comprensivos, piadosos y amorosos con todos los inmigrantes de la tierra que son nuestros hermanos, la tribu errante por la tierra”, dijo Gustavo Tatis Guerra. 

Por Pilar M. Manzanares 

Ciudad de México, 5 de abril (Culturamas/SinEmbargo).– La amistad de Gustavo Tatis Guerra con García Márquez no ha hecho más que extenderse y profundizarse con toda la familia del escritor a lo largo de las dos décadas y media, que implican los diecisiete textos que componen su libro La flor amarilla del prestidigitador. Es el mismo tiempo que ha necesitado su autor para vivirlos, meditarlos y escribirlos, capítulo a capítulo. No se trata, por tanto, de una colección de textos heteróclitos, sino de una reunión de trabajos, de búsquedas y expresiones, que tienen la misma convergencia: revelarnos hechos y aspectos variados de la vida, la familia y la obra de Gabriel García Márquez.

–¿Qué te motivó para escribir este libro?

–El corazón creó esos motivos en el tiempo, pero no mi razón. Nunca pensé hacer un libro sobre Gabriel García Márquez, sino leerlo con la fascinación con que lo empecé a leer desde niño, a mis trece o catorce años, y luego, mi deseo fue conocer al ser humano que había escrito esas historias, que me parecían tan cercanas a mi propia vida y a mi familia. Y supe al conocerlo, que era una criatura cercana, un mago de la tribu del Caribe colombiano, la región donde yo tengo enterrado mi ombligo y donde vivo.

–¿A qué Gabriel García Márquez vamos a encontrar en sus páginas?

–A un ser humano detrás del genio. Ya los dos biógrafos contaron todo lo que le pasó a este hombre prodigioso en 87 años de existencia que fueron como doscientos años, porque el niño de 7 años, llevaba sobre sus hombros, historias que rebasaban el tiempo de sus abuelos y sus ancestros.

–¿Qué era lo que más admirabas de él?

–La intuición por la belleza y la clarividencia prodigiosa para anticiparse a los actos más sutiles, terribles y sublimes de la existencia.

–¿Hay algo en lo que os parezcáis ambos?

–En la familia hay demasiados parecidos, tuve un coronel antes de la guerra de Independencia en Cartagena de Indias, que se enfrentó a los españoles y fue condenado a pagar cárcel en África, y luego, persecuciones y destierros, y al final. recoger en carretilla, los muertos de la ciudad situada en 1815. Pero a nivel humano, todos los caminos no solo conducen a García Márquez, sino a la realidad alucinante del Caribe de la que él se nutrió y la que yo vivo todos los días en Cartagena de Indias.

–¿Cuál es tu misión para con este libro, qué esperas de él?

–Solo espero que llegue al corazón de los lectores, como esas realidades impactaron y conmovieron mi vida y mi corazón a lo largo de estas tres décadas.

–Comentas en tu obra que Gabo era un hombre tímido.

–Sí era un hombre tímido, un prestidigitador que conjuraba todos sus miedos o supersticiones, con mucho humor, con el alfabeto de sus sentidos y su manera singular de percibir la realidad.

–Su familia también tiene un protagonismo importante.

–Sí. García Márquez convirtió a toda su familia, en personajes de toda su obra, empezando por su abuelo coronel. Nicolás Ricardo Márquez Mejía, personaje de El coronel no tiene quien le escriba; su abuela Tranquilina Iguarán, cuya manera de contar y conversar con sus muertos, fue un modelo de varios personajes de sus novelas y cuentos; su madre Luisa Santiaga Márquez y su padre Gabriel Eligio García Martínez, sus padres, protagonistas de El amor en los tiempos del cólera; su vecino, en Aracataca, Emilio, el Belga, modelo de todos los suicidas de sus novelas. Su amigo Cayetano Gentile Chimento, el Santiago Nasar, personaje de Crónica de una muerte anunciada. Y él mismo con su esposa Mercedes, convertidos en personajes en las últimas 80 páginas de Cien años de soledad. Y toda su familia que aparece en sus memorias Vivir para contarla.

–Uno de los puntos más emotivos de la biografía es la necesidad de lucha de García Márquez contra la violencia política ¿Qué le diría ahora Gabo a los líderes políticos?

–García Márquez les diría (y esto es subjetividad porque ya no está con nosotros, sino a través de sus obras), que dejen de ser intolerantes, racistas, ortodoxos, xenofóbicos contra todos los pobres de la tierra, y más humanos, comprensivos, piadosos y amorosos con todos los inmigrantes de la tierra que son nuestros hermanos, la tribu errante por la tierra.

–García Márquez poseía una gran intuición y era clarividente, intuyó el orden en el que morirían sus amigos, porque en ‘Cien años de soledad’ los personajes que los representan mueren en el mismo orden que en la realidad, como Álvaro Cepeda Samudio o Germán Vargas. ¿Fue por eso esta novela su obra más especial?

–Por eso y porque es una novela mítica, la que más se parece a la historia que hemos vivido a lo largo de más de cinco siglos, porque retrata el espíritu de nuestras aldeas y del mundo, y es a su vez, la historia más cercana a su familia y a sus amigos. Es una especie de Biblia de nuestras realidades y de nuestros sueños más recónditos. Muchos de las cosas que se cuentan allí, las conocíamos antes de leer el libro, incluso, en casa se jugaba el cuento interminable del Gallo Gapón y a una vecina de mi madre en Sincé, que nació con una cola de cerdo. Pero una de las infinitas sorpresas del libro, es que García Márquez se anticipó también no solo a la muerte de sus amigos sino a la peste del olvido que ya sufría la familia mientras él escribía la novela. Y la que sufriría él mismo, a pesar de ser uno de los seres más memoriosos que he conocido en mi vida.

–Una de las noticias de las últimas semanas ha sido la adaptación por parte de Netflix de Cien años de soledad ¿Crees que Gabriel García Márquez estaría de acuerdo?

–García Márquez siempre se opuso, especialmente con Cien años de soledad. Pero la vida termina por imponer un nuevo destino parecido al de Cervantes, su novela será vertida en todos los lenguajes posibles: del cine, los dibujos animados, la pintura, la música, el teatro, la arquitectura, etc. Y las rutas de la Mancha con los molinos de vientos que aún giran serán a su vez como los caminos de Macondo donde aún las piedras enormes como huevos prehistóricos flotan en el río donde nació García Márquez. La potestad estética y la decisión de esa hazaña y ese desafío artístico, está sobre los hombros de sus propios hijos; Rodrigo y Gonzalo.

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